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Después de recolectar los caracoles seleccionados en el campo por haber alcanzado su estado adulto y sus conchas estar suficientemente duras, tras el proceso de purgado, son conservados a una temperatura entre 6 y 9 grados centígrados hasta el día de su venta.
Ese mismo día de nuevo son revisados por personal experto, retirando a los muertos o a aquellos que se encuentran en mal estado.
A continuación se embolsan en mallas y se embalan en cajas de poliestireno preparadas para efectuar el viaje a su destino en transporte adecuado. De esta manera se consigue no romper la cadena de frío.
Pequeños: ideales para Caracoles a la llauna.
Medianos: los mejores para Caracoles en salsa.
Grandes: los idóneos para Caracoles rellenos (a la Alavesa).
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